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domingo, 4 de mayo de 2014

Discípulos desde la distancia


Mientras subía Jesús a la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le permitiera acompañarlo. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: —Vete a tu casa, a los de tu familia, y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y cómo te ha tenido compasión. (Marcos 5:18-19, NVI)

  • ¿Te has preguntado por qué Jesús no deja al hombre que había estado endemoniado, seguir a aquel que le había liberado de ese tormento? 
  • ¿Por qué a unos los llama a seguirlo y a otros no? 
  • ¿Por qué al incrédulo Pedro lo invita a montar con él en la barca y bogar mar adentro, cuando este pensaba que nada extraordinario sucedería, mientras que el afortunado, antes atormentado, ahora lleno de fe y fervor por seguir a Jesús, le fue negado el hacerlo? 
  • ¿Puede ser que lo que el Señor deseaba era que la casa de esa persona fuera, al igual que él, sana de todas sus dolencias y salva de las consecuencias del pecado?, 
  • ¿Y que si por el testimonio de fe de alguien que había sido transformado por el encuentro con el Cristo, el hijo de Dios, lo adoraran por sus misericordias y bondades? 
  • ¿Cómo pudo Jesús de Natharet rechazar a cualquiera que quisiera estar junto a él? 
  • ¿No fueron estás palabras pronunciadas por él mismo «El que a mi viene, yo no le echo fuera»? 
  • Quizá, ¿no estaría, el endemoniado que ya no lo era, poco preparado para seguir al Maestro, sin conocer las difíciles implicaciones y posibles consecuencias que hubiera conllevado el haber sido aceptada su petición? 


Muchos interrogantes, pero todas estas suposiciones me llevan a pensar en que muchas veces no pensamos en lo que implica ser discípulos. Sino lo sabes, sólo tienes que recordar el destino que tuvieron los discípulos y apóstoles de Jesucristo. Él si lo sabe, que no estamos preparados aún para eso, y prefiere nuestro bien al enviarnos de vuelta a casa, para que allí seamos luz y sal, y los hermosos pies que anuncian la paz, las buenas noticias de salvación en Cristo Jesús.

Es muy curioso, porque al fin y al cabo ese hombre no estaría en la barca junto a Jesús pero si estaría cumpliendo con la gran comisión, convirtiéndolo en discípulo. Puede que sea hora de, ya no entrar en la barca, sino salir de ella, caminar sobre las aguas y en fe, ser discípulo de Jesús desde la distancia, sabiendo que él volverá muy pronto para estar con nosotros.

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